En alguna clase en el colegio me hablaron acerca de las
apachetas. Bueno, como todo conocimiento nuevo merece ser compartido, hoy
quiero contarles acerca de ellas y por qué cuando van a zonas de la sierra,
tienen que tenerles respeto y no andar destruyéndolas ni coleccionando las
piedritas que las conforman.
Las
Apachetas son montículo que se forman con piedrecillas en los distintos
caminos. Por lo general aquellas tienen la forma de pirámides que,
curiosamente, son condensadores naturales de energía cósmica, aunque ese no es
el motivo de su forma en el mundo andino.
Estas Apachetas se colocan, por lo general en los caminos,
aunque en sí, más específicamente, es común hallarlas en las afueras de los
pueblos y son dejadas allí por los mismos pobladores que por uno y otro
motivo tienen que partir (temporal o radicalmente) lejos de su hogar. En ese
sentido la Apacheta sirve como una suerte de tributo al wamani o cerro que
protegerá al viajero durante su travesía lejos de su tierra y por ende de su
Apu protector.
Como se ve las apachetas presentan en sí un amplio contenido
místico y ritual y encierran en sí mismas parte de las costumbres y la
cosmovisión andina. Destruir una Apacheta sería volver a la época de
extirpación de idolatrías que se viviera durante la Colonia, cuando los curas
de aquel entonces imponían cruces sobre estos montículos. Todavía hoy, de hecho
es posible observar antiguas cruces sobre más antiguas apachetas, ocasionándose
un peculiar tipo de sincretismo, ya que, al orador el poblador andino ante la
cruz no solo ora al Señor Jesús crucificado, sino también al Apu (o señor de
los Cerros), a quien fue ofrecida esta ofrenda.
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